Cultivo de Sativas

Las genéticas sativas provienen de zonas tropicales como Colombia, Tailandia y Sudáfrica. Se reconocen por su estructura alta y delgada, hojas finas y un efecto cerebral y estimulante. A diferencia de las índicas, su floración tarda más y necesitan mayor espacio para desarrollarse.
Estas plantas aman el calor y el sol. En exterior, necesitan al menos 6 a 8 horas de luz solar directa al día. En cultivos indoor, es clave usar luces potentes, buena ventilación y controlar la temperatura para simular un entorno tropical.
El suelo ideal para una sativa debe ser ligero y aireado, con buen drenaje y rico en materia orgánica. Mezclas con fibra de coco, perlita y compost son excelentes. Durante la floración, se debe reducir el nitrógeno y aumentar fósforo y potasio.
En cuanto al riego, las sativas prefieren menos frecuencia pero riegos profundos. Asegúrate de que el sustrato se seque bien antes de volver a regar, lo cual ayuda a prevenir hongos y promueve raíces fuertes.
El cultivo de sativas requiere paciencia. Estas plantas pueden tardar entre 10 y 16 semanas en florecer. Es recomendable aplicar podas o técnicas como LST para controlar su altura y mejorar la exposición a la luz. En indoor, es fundamental prever espacio vertical y usar macetas grandes para acomodar su sistema radicular. Suelen desprender aromas intensos, por lo que conviene usar filtros si se cultiva en interior.
La cosecha debe realizarse cuando los tricomas estén en su punto justo. Secar las flores en un lugar ventilado, oscuro y con humedad estable es clave. Luego, un curado de al menos tres semanas potencia su perfil aromático y efectos psicoactivos.